Un grupo de empleados de la Dirección General de Migración conversaba sin atender tan atentamente el discurso del presidente Salvador Sánchez Cerén, que se proyectaba en una pantalla gigante, sobre la Diagonal Universitaria, a una cuadra de la Asamblea Legislativa. "No todos, pedimos permiso, ni tanto (somos), si Migración es enorme", dijo un empleado.
Así, trabajadores de microempresas del Fondo de Conservación Vial (Fovial), Superintendencia de Electricidad y Telecomunicaciones (Siget), Ministerio de Justicia y Seguridad, Comisión Ejecutiva Aeroportuaria Autónoma (CEPA), uniformados, parecían escuchar, de pie, al presidente.
El primer aplauso se escuchó en la televisión, cuando Sánchez Cerén agradeció el apoyo a los policías. "Realizan un trabajo ejemplar, igualmente es el apoyo de la Fuerza Armada, a todos ellos, mi reconocimiento y mi admiración", aunque el aplauso no logró contagiar la concentración multicolor que unía a habitantes de comunidades, estructura del FMLN, beneficiarios de programas y empleados de Gobierno.
Mientras, muchas mujeres hacían cola frente a un conjunto de baños portátiles y los vendedores, incluso del interior del país, aprovechaban hacer su venta de dulces, hot dogs o gorras rojas.
María Paula, una mujer de 69 años, viajó de Tenancingo. La invitó el FMLN. "Viendo aquí, divirtiéndome, porque no me gusta estar en la casa. La comunidad (me invitó), el Frente, siempre viene, yo ya casi no vengo porque ya me duelen las canillas", dijo.
Mientras, el presidente prometía: "En este combate están el presente y el futuro de nuestra nación y no les fallaremos".